Querida M.,
Esta mañana he
estado escuchando una tertulia de radio sobre el tema éste del turismo, tan de
moda. A ojos de los tertulianos es bastante sencillo de analizar y ellos se
ponían a sí mismos como ejemplo del turista perfecto, el turista malo siempre
son los otros. Cuando nosotros vamos a otro países respetamos las costumbres
del lugar, nos comportamos con civismo y nos gusta oír los ronquidos de lo bien
que duermen los vecinos. Recuerdo que hace años unos dicharacheros jovenzuelos
españoles fueron apresados por robar una bandera de una recién fundada
república del este. ¡Qué exagerados éstos del este! Por una banderita que se
acaba de estrenar, cómo se ponen.
Yo llevo haciendo
el guiri todo el mes de agosto, M.; te juro por lo que quieras que me porto
bien y no molesto a nadie, pero soy un guiri, un puto guiri. He estado en Viena
y he hecho todo lo que la guía me dijo que tenía que hacer, vaya, lo que me ha
dado tiempo a hacer. Hay quien dice que el verdadero viajero es el
confraterniza con los del lugar, el que se sumerge en la cultura de la ciudad
visitada. Ya te digo yo que en cinco días no da tiempo para inmiscuirse en la
vida de los vieneses. La inmensa mayoría de ellos sólo quieren tu pasta, no son nadie que no pueda encontrar en otro lugar (tengo amigos de más) y, por
cierto, en algunos casos desprendían un cierto tufillo de menosprecio a todo aquello
que sonara "spanish".
Los tertulianos
de esta mañana hacían burla de los que iban al Louvre a ver la Gioconda, que
ellos lo intentaron y aquello estaba lleno de guiris haciéndose fotos y no
había manera. Los guiris son los otros, M., y así es imposible afrontar el
problema. Cuando todo se ve desde la perspectiva del "nosotros" y el
"ellos", y "nosotros" somos los buenos, la conclusión va a
ser errónea seguro, cuando no algo peor. Ahora estoy al lado de la playa, en la
Costa Dorada, al contrario que en Viena, ahora debería formar parte del
"nosotros", pero no veo ninguna diferencia entre mi hijo y el niño
francés que quiso unírsenos para jugar un 21. Estamos en uno de esos hoteles de
costa del llamado "turismo familiar" y U. se lo está pasando muy
bien. Yo me aburro y escribo, lo digo para bien, aburrirme es mi actividad
preferida.
En Viena fuimos a
ver varios museos, muy buenos, por cierto. Algún palacio de los Habsburgo y
comimos un pastelito donde se supone que merendaba Sisí. También fuimos a un
concierto en la sala donde se celebra el de año nuevo y, aunque el programa era
Mozartiano, al final nos tocaron la marcha Radetsky, para hacernos sentir como
un 1 de enero sin resaca. La orquesta era buena, mejor que muchas
españolas, el programa para guiris, con piezas muy populares, y todos los
japoneses del mundo estaban allí. No me quejo porque yo también estaba, M., que
ésa es la clave del asunto, yo era uno de ellos. Y no me quejo porque estuvo
bien y porque una vez vimos un Réquiem en Praga muchísimo mejor que la mierda
que nos cobraron a precio de oro en el Palau de la Música.
Y ésta es otra
clave del asunto. España es un patético país que un día descubrió que podía
vivir de vender el sol y como el sol es gratis para qué molestarse en hacer
otra cosa. Hace un siglo Unamuno acuñó el "que inventen ellos" y
sigue vigente. El turismo mata los barrios, cierto, destroza entornos
naturales, cierto, pero el turismo somos "nosotros". No es de ahora,
viene de hace mucho y nosotros y nuestro modelo económico y social matamos
nuestros barrios y nuestro entorno. Nosotros alquilamos, fabricamos y jodemos
nuestras costas. "Ellos" no tienen ninguna culpa en esto, en muchos
casos "ellos" son unos pobre pringados que tienen quince días de
vacaciones, compran una guía y se van con sus hijos a dejar de pensar por un
momento en su aburrida vida cotidiana. Nosotros llevamos decenios pidiéndoles
que vengan y ellos ven las fotos de nuestras playas, nuestro inventos
alcohólicos muy por encima del pijerío del cóctel y dicen que vale. Y nos dan
de comer porque en muchos sitios de España no se sabe hacer nada más.
No había vieneses
en el concierto. Ni en el palacio de los Habsburgo, ni en sus museos. Como no
hay barceloneses en la Fundació Miró, ni en la Tàpies, en temporada de
vacaciones ni colegios van. El patrimonio cultural es para lucirlo, al
"nosotros" le gusta disfrutar del patrimonio cultural del
"ellos" y viceversa. En un jardín laberíntico de los Habsburgo me
vine arriba, resbalé y me caí dentro de una fuente junto a un cartel de
"achtung" dándome un hostiazo del quince. Los vieneses no se caen en
esa fuente. ¿Que muchos guiris vienen aquí a hacer lo que no hacen en su país?
Pues claro, porque les dejamos, porque queremos su dinero. La culpa sigue
siendo nuestra. Prueba a robar una bandera en Lituania.
Junto a pintadas
denunciando que el turismo mata las ciudades, se ven pintadas diciéndole al
turista en su cara que no es bienvenido. Conozco al que distribuye las
pegatinas. Aunque es fácil, no estoy aquí para decirle a nadie que revise sus
principios intelectuales y cómo encajar esa frase en un pretendido discurso de
izquierdas. Es cosa que dejo para otro día. Te escribo aquí para decirte que
estamos en lo de siempre, el que inventen ellos, la culpa es de ellos, no les
queremos aquí aunque les hemos dicho que vengan. Ellos, ellos, ellos, nosotros
somos tan buenos que no nos damos cuenta de que si en un sitio hay demasiada
gente nosotros también sobramos.
Un beso.