Querida M,
Pasé muchos días tratando de recordar el significado de la
dedicatoria que llevaba escrita aquel libro. Lo cogí al azar de la estantería
para llevármelo al lavabo y fue lo primero que vi al abrirlo. “Quizás algún día
puedas perdonarme. R. 6 de mayo de 1989”, decía.
No reconocía la letra y no había forma de que se me
ocurriera a quién debía perdonar. Por aquella época yo conocía a mucha gente
cuyo nombre comenzaba con “r”. Ramón, Rosa, Rosana, Roberto, Rafa, Raquel,
Rocío, otra Raquel, algunas personas a las que ya casi no pongo cara.
Pensé que quizá leyendo el libro encontraría alguna clave
del porqué alguien necesitaba pedirme perdón. Era una novela bastante conocida
entonces, no una novela romántica, pero sí una novela que hablaba de amores
negados. A medida que avanzaba en la lectura me iba dando cuenta de que ya
estaba en mi memoria, de que algún día había sido leída, supongo que aceptando
el obsequio.
No entraré en detalles del argumento porque está muy visto y
no es lo que interesa aquí, la esencia es que se trata de dos personas que
nunca acaban de hallar el momento para quererse y dejan marchar todas sus oportunidades. Eso me dejó aún más intrigado porque sólo
había dos opciones: bien me habían regalado el libro al azar como disculpa o bien
la historia de la novela tenía algo que ver con lo que me había sucedido a mí
con esa persona. Hasta hoy, la segunda posibilidad me había quitado el sueño.
Había mirado todas mis viejas fotos y repasado la bolsa de
plástico con mis cartas. Se me ocurrió que, por aquella época, antes de
enfermar, había estado un mes en la universidad. ¿Tuve algún amago romántico
con alguna compañera a la que no volví a ver? Coño, M., podría haber cogido mil
libros de la estantería antes que aquél y no me habría visto envuelto en esta
desazón que me ha obsesionado.
Hasta esta mañana. Hoy por fin se ha aclarado todo. Me he
puesto a buscar en mi cajón de cosas imposibles, he remirado todos mis antiguos
recortes de prensa, he topado con una biografía de Marilyn por fascículos y con
un trabajo de literatura de COU. La verdad se ha abierto paso con un machete y
me ha dejado en mal lugar. He comenzado a leer aquel trabajo que hice a medias
con Pitxu y me he dado cuenta de cuánto he cambiado, de lo selectivos que son
los recuerdos. Ya no escribo igual que entonces, ni siquiera parecido. Mi letra
en aquel trabajo es igual a la letra de la dedicatoria. Ese libro nunca llegó a
su destino ni cumplió su función.
Un beso.
R.
P.S. Con la verdad llegaron los recuerdos correctos. El
problema entonces era saber a quién iba a pedir perdón, y no lo hice. Hoy no
viene al caso.
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