diumenge, 3 de març del 2013

Dedicatorias 3

Querida M,
Pasé muchos días tratando de recordar el significado de la dedicatoria que llevaba escrita aquel libro. Lo cogí al azar de la estantería para llevármelo al lavabo y fue lo primero que vi al abrirlo. “Quizás algún día puedas perdonarme. R. 6 de mayo de 1989”, decía.
No reconocía la letra y no había forma de que se me ocurriera a quién debía perdonar. Por aquella época yo conocía a mucha gente cuyo nombre comenzaba con “r”. Ramón, Rosa, Rosana, Roberto, Rafa, Raquel, Rocío, otra Raquel, algunas personas a las que ya casi no pongo cara.
Pensé que quizá leyendo el libro encontraría alguna clave del porqué alguien necesitaba pedirme perdón. Era una novela bastante conocida entonces, no una novela romántica, pero sí una novela que hablaba de amores negados. A medida que avanzaba en la lectura me iba dando cuenta de que ya estaba en mi memoria, de que algún día había sido leída, supongo que aceptando el obsequio.
No entraré en detalles del argumento porque está muy visto y no es lo que interesa aquí, la esencia es que se trata de dos personas que nunca acaban de hallar el momento para quererse y dejan marchar todas sus oportunidades.  Eso me dejó aún más intrigado porque sólo había dos opciones: bien me habían regalado el libro al azar como disculpa o bien la historia de la novela tenía algo que ver con lo que me había sucedido a mí con esa persona. Hasta hoy, la segunda posibilidad me había quitado el sueño.
Había mirado todas mis viejas fotos y repasado la bolsa de plástico con mis cartas. Se me ocurrió que, por aquella época, antes de enfermar, había estado un mes en la universidad. ¿Tuve algún amago romántico con alguna compañera a la que no volví a ver? Coño, M., podría haber cogido mil libros de la estantería antes que aquél y no me habría visto envuelto en esta desazón que me ha obsesionado.
Hasta esta mañana. Hoy por fin se ha aclarado todo. Me he puesto a buscar en mi cajón de cosas imposibles, he remirado todos mis antiguos recortes de prensa, he topado con una biografía de Marilyn por fascículos y con un trabajo de literatura de COU. La verdad se ha abierto paso con un machete y me ha dejado en mal lugar. He comenzado a leer aquel trabajo que hice a medias con Pitxu y me he dado cuenta de cuánto he cambiado, de lo selectivos que son los recuerdos. Ya no escribo igual que entonces, ni siquiera parecido. Mi letra en aquel trabajo es igual a la letra de la dedicatoria. Ese libro nunca llegó a su destino ni cumplió su función.
Un beso.
R.
P.S. Con la verdad llegaron los recuerdos correctos. El problema entonces era saber a quién iba a pedir perdón, y no lo hice. Hoy no viene al caso.

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