Querida M,
En el reparto tras la separación de la canción Reykjavik él
se queda con las películas de Kurosawa y ella con los discos de Lou Reed. Él
con el wok y ella con la máquina del café perfecto. No es listo ni nada el tío.
Justo cuando la Catalònia comenzaba a dar síntomas de
asfixia, abrieron al otro lado de la calle una tienda de Apple. El día de la
inauguración, yo salía de la estación de Renfe y me encontré con dos
sorprendentes filas de trabajadores vestidos de azul que hacían el pasillo y
jaleaban con aplausos y cánticos a los clientes, que habían pasado horas allí haciendo
cola para poder decir que fueron los primeros en entrar. Sentí un ataque feroz
de vergüenza ajena y pensé en el pobre cliente que debía de sentirse tratado
como ganado con dinero. Pero el equivocado soy yo. Parecían contentos.
Hace poco vinieron Stephan y Maite de Holanda y me trajeron
un par de paquetes de unas galletas típicas de allí. Se llaman “stroopwafels” y
me puse contentísimo cuando las vi porque me encantan. Entonces grité “¡tapatés,
son tapatés!”. Stephan me miraba pelín estupefacto y yo le decía que las tenía
que ir a comprar expresamente al “Tea House” de Plaça Catalunya y él qué por
qué. Se ve que en Holanda las fabrican, son típicas, se las comen, pero no las
usan para tapar el té, aunque a Stephan le pareció una idea ingeniosa.
Cada año, por las fiestas de Cerdanyola se pone la feria de
productos artesanales y yo aprovecho para comprar té en un tenderete que expone
unos saquitos con mucha variedad. Tengo varias cajitas para guardarlo y una
grande, metálica, con seis casillas para mis preferidos. Soy muy básico y sigo
prefiriendo el Earl Grey o el té de Navidad, que me lo tomo todo el año. Sin
embargo, me gusta mucho probar nuevos sabores, y olerlos todos para tener
difícil escoger.
Si no lleva algo de alcohol, el café sabes que no me gusta. Sin embargo hace un tiempo leí una entrevista con Salvador Sans, presidente del Fórum
del Café, y pensé que debía de ser todo un mundo. En ella hablaba de lo
importante que era conocer el origen, la molienda, la conservación y, sobre
todo, el agua. Hablaba de las diversas maneras que hay de prepararlo y también
recomendaba una marca de cafeteras de filtro como la mejor posibilidad de tomar
un café aromático en casa. No recuerdo cuál.
Para los amantes del café hay un universo por descubrir
aunque conozco poca gente dispuesta a hacerlo. Para comenzar, el protagonista de la canción se
quita de encima la “máquina del café perfecto”. No falla, pero castra al
consumidor de por vida, le cierra las puertas de ese universo y le cobra un
dineral por cada café, por cada máquina. Lo vuelve cautivo de su producto
monocorde a golpe de patentes.
Compré algunas veces café recién molido en una cafetería de Barcelona que
también lo vende; por cambiar. Hace poco comprobé que hacen sus propias
cápsulas, mucho más caras. Nestlé, en su inmensa capacidad para fagocitar el
mercado, ha sido capaz de imponer una única manera de tomar un único café.
Cuando se ha dicho que producía residuos ha generado campañas de reciclaje y
ahora se fabrican artesanías con las cápsulas. Cuando han colocado carne que no
era donde no debía ser la han enviado al tercer mundo.
Somos capaces de investigar hasta aburrirnos la durabilidad
y prestaciones de una lavadora, pero podemos gastarnos el mismo importe en un
teléfono que será cambiado en un año, sin tener ni la menor idea de cómo
funcionará. La Catalònia cerró y Apple sigue. Nestlé nos vende mediocridad
haciéndonos creer que somos importantes. Quizá lo que deberíamos preguntarnos
no es si se venden más o menos libros, sino a qué dedicamos el tiempo libre.
Claro que esa es otra canción.
Un beso.
R.
No puedo no estar de acuerdo..., pero la fascinación de lo bonito sigue pudiendo mucho en mí!
ResponEliminaun té calentito con una stroopwafels y charlar contingo, es una de las mejores maneras que se me ocurren de pasar el tiempo libre
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