dimarts, 26 de febrer del 2013

Ladrones

Querida M,
El sábado, aprovechando que Unai estaba jugando en su habitación, pusimos “Lo imposible”. Cuando oyó la música promocional de la productora vino corriendo al comedor, “¿vais a ver una película?” y ya no hubo forma de sacarlo de allí. Pasó las dos horas metiendo la cabeza bajo un cojín pero no quiso marcharse hasta no saber si la familia se reunía de nuevo al completo. Yo, a veces, me reía de él y él se enfadaba, “¿cómo te puede hacer gracia ver a esa mujer sangrando?”
Vi muy bien que la reedición en dvd de los capítulos viejos de Barrio Sésamo fuera considerada moralmente para adultos. Es lo que merecemos. Hemos puesto tantas pegas a llamar a las cosas por su nombre, nos hemos acostumbrado tanto a ponernos la venda antes que la herida, y a ver fantasmas donde no los hay, y no verlos donde están en realidad, que hemos acabado por criminalizar a las marionetas.
Para empezar, el nombre del barrio es muy poco afortunado. Podría llamarse el barrio de Nunca Jamás, el barrio de las Maravillas, no sé, muchos otros nombres más apropiados para mantener limpia la mente de los niños. Ponerle Sésamo implica inducir a los niños al conocimiento de un cuento que nada tiene de bueno para ellos, un cuento que ningún niño cuya formación nos preocupe debería leer. Y es que la historia de Alí Babá, una de las últimas que Scherezade le cuenta al sultán, tiene muy poco que ver con las versiones que circulan por los mentideros del cuento infantil y de las películas de Hollywood.
Violencia, M., la historia de Alí Babá está llena de violencia. El hermano de Alí, Kasim, muere descuartizado en seis trozos que son colgados en la cueva para su putrefacción posterior. Treinta y siete de los ladrones son quemados con aceite hirviendo, el jefe, del que nunca sabemos el nombre, muere acuchillado, y los otros dos mueren decapitados de un espadazo.
Truculencia también hay. El autor se regodea en el olor a asado que ofrecen los ladrones quemados dentro de las tinajas que los ocultan. Tampoco tiene desperdicio la idea que se les ocurre para que la muerte de Kasim parezca natural y no un asesinato, buscan a un zapatero ciego capaz de coser los seis trozos del cadáver y dejarlo como estaba como si hubiera muerto por enfermedad.
Hay venganza, avaricia y maldad en el cuento. El personaje de verdad protagonista, la criada medio hija, Morgania, es una psicópata en potencia y teje maquiavélicos planes con tal de conservar un botín que, a fin de cuentas, es robado. Pasa por ser la buena del cuento porque salva a su familia de morir, pero a base de un asesinato masivo, ocultación de cadáveres y artimañas increíbles.
Y erotismo, M., también tiene erotismo Alí Babá. Pasamos por alto el hecho de que la avariciosa mujer de Kasim se convierte en la segunda mujer de Alí después de enviudar, pero el momento cumbre de Alí Babá llega con la danza de Morgania, la erótica danza en la que la asesina en serie lleva los pechos tan erectos que el jefe de los ladrones no puede mirar hacia ningún otro lugar y tan hipnotizado queda que se deja acuchillar sin ninguna oposición.
Ahora somos adultos y ya podemos ver Barrio Sésamo con nuestras mentes limpias de gente adulta y podemos leer cómo los cuarenta ladrones caen asesinados uno por uno. ¡Cómo caen los años en las garras de los ladrones de tiempo si nos despistamos!, goteando, M., hasta no quedar ninguno. No dejes que los Hombres Grises toquen nunca tu reloj, verás cómo así el tiempo parece no pasar y yo te seguiré queriendo igual, como si todos los ladrones hubieran conseguido salvar la piel.
Cuarenta besos, uno por ladrón, ¿o deberían ser más?
R.
P.S. Al acabar Scherezade su historia, el sultán desvela su admiración por Morgania y asegura que si las mujeres de su reino hubieran sido igual de audaces no habría tenido que matarlas. Angelito.

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