Hay en el mar
Caribe un banco de arena conocido con el nombre de Serrana Bank. No tiene
vegetación ni agua y no estuvo en las cartas marinas de los navegantes que
hacían la ruta entre La Habana y Cartagena de Indias hasta entrado el siglo
XVII.
A ese inhóspito
pedazo de tierra fue a parar el capitán español Pedro Serrano en 1526 a causa
de un temporal. Cuando el inca Garcilaso describe el Perú, al inicio de sus
“Comentarios Reales”, explica la extraordinaria historia de Serrano y cómo
sobrevivió a ocho años de privaciones infrahumanas.
Pedro Serrano se
alimentó durante todo ese tiempo de moluscos, crustáceos y tortugas crudas.
Sustituyó el agua por sangre de tortuga y con caparazones y corales logró
construir un pequeño refugio e ideó un sistema para recoger el agua de lluvia.
De los dos
marineros que naufragaron con él, uno de ellos murió a los pocos días y el otro
permaneció a su lado durante tres meses, hasta que aparecieron dos nuevos
náufragos en un bote. De esos dos nuevos compañeros uno marchó en el bote junto
al marinero que ya había naufragado con Serrano, en busca de la costa de
Nicaragua, mientras el otro se quedó con él durante los ocho años que tardó un
navío en vislumbrar sus señales de humo.
Una vez
rescatados, el compañero de Serrano murió en la travesía de regreso a casa.
Pedro Serrano escribió su historia y se convirtió en un célebre personaje de la
época, dando nombre a aquel malhadado banco de arena que se conoce por Serrana
Bank. Doscientos años después, Daniel Defoe conoció la historia de Pedro
Serrano en uno de sus viajes por España y en ella se inspiró, junto con la
menos apasionante historia del náufrago británico Alexander Selkirk para
escribir su Robinson Crusoe.
El escrito
original de Pedro Serrano se encuentra en el archivo de Indias de Sevilla. Aún
no hace muchos años que unos aventureros norteamericanos visitaron Serrana Bank
y hallaron restos de los utensilios de los náufragos así como su precario
refugio.
No deja de ser
curioso que la isla del archipiélago Juan Fernández en la que naufragó
Alexander Selkirk lleva ahora el nombre de Robinson Crusoe, mientras que se
bautizó como Alejandro Selkirk otra isla del mismo archipiélago en la que
probablemente el personaje nunca estuvo.
Un beso.
R.
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