dijous, 8 de novembre del 2012

Dedicatorias 2

Querida M,
Ni qué decir tiene, que el hecho de querer poner letra al himno español para que los jugadores de fútbol no sientan la soledad del abandonado es algo que viene de antiguo. Lo que yo no sabía es de cuán antiguo. Cuando ves a los jugadores neozelandeses de rugby bailar su danza guerrera tribal, antes de comenzar el partido, ya notas que tienen la mitad del encuentro ganado. Sin embargo, esas teorías las mandó al traste la selección española ganando el mundial con unos jugadores que no pueden despegar los labios cuando suena la música previa al juego, porque no tienen nada que cantar.
Finalizada mi búsqueda de Victoria van der Maelen, esa mujer de origen belga que había escrito la dedicatoria del libro de mi estantería, no pude hacer otra cosa que tratar de averiguar quién era la persona que había recibido aquel ejemplar de “Las cárceles del alma” que había acabado en mis manos en una librería de segunda mano. “Para nuestra buena amiga Lucy Paz. Vda. Hertogs”. Esos eran los datos. Lucy Paz no es demasiado pero ¿cuántos Hertogs, apellido también de origen belga que emparentaba de alguna forma a ambas mujeres, podía haber en la Barcelona de los años  previos a la dedicatoria?
Y así no tardé en dar con Pablo Hertogs y todo cuadró enseguida. Pablo Hertogs fue un célebre barítono de la Barcelona de los años treinta, presentado en los carteles líricos como divo. Fue el único Hertogs que encontré en aquellos años en que Victoria van der Maelen era una feminista que se movía por los círculos culturales de la ciudad. Son muchos los estrenos a los que su nombre está asociado antes de estallar la guerra civil, casi siempre de zarzuelas muy conocidas. También protagonizó una película muy famosa de la época: “El gato montés” basada en la ópera del mismo nombre de Manuel Penella, abuelo de las tres hermanas actrices Emma Penella, Terele Pávez y Elisa Montés.
Me pareció que ya sabía bastante, aunque aún albergaba la duda de no haber dado con ningún documento que identificara directamente al cantante con ninguna Lucy Paz. Busqué un poco más y di con un hijo de Pablo Hertogs que se identificaba como Pablo Lebrón Hertogs, solicitando en un foro si alguien tenía antiguas grabaciones de su padre que le pudiera enviar a Argentina, donde vivía. Ahí comenzó a fraguarse mi fracaso. Ese supuesto hijo anteponía el apellido de su madre, María del Pilar Lebrón y así supe que el barítono se había casado con su compañera de reparto en “El gato montés” pero, ¿por qué el apellido materno primero? ¿Por qué no tenía grabaciones de su padre? ¿Por qué Argentina?
Al estallar la guerra civil Pablo Hertogs y su mujer fueron clasificados como simpatizantes del bando republicano y marcharon hacia Argentina. Allí, Hertogs trató de revitalizar su carrera que fue decayendo irremisiblemente al mismo tiempo que se acrecentaban sus problemas de salud. Y justo ahí renacieron mis esperanzas. Mientras María Pilar Lebrón permanecía en Argentina, Hertogs abandonaba a su familia y se establecía en Uruguay donde se casaría con una mujer de origen malagueño con la que tendría dos hijas. Y todo volvía a cuadrar de nuevo. Este hecho explicaba el desapego con su hijo, el apellido materno prioritario de éste y el curioso nombre de la mujer de la dedicatoria “Lucy” nada propio de una viuda barcelonesa de los sesenta pero sí fácil de asociar a una mujer que ha venido de Uruguay.
Traté de cerciorarme de nuevo y cacé una nueva pista con la que corroborar mi historia cada vez más fabulosa. Busqué a las hijas y así hallé a Florentina Hertogs Paz (Flory) viuda de Salvador Sarrió y a Lucía Hertogs Paz, viuda de Roberto González Sanabra. Y creí que había finalizado el curioso árbol genealógico de la mujer de la dedicatoria cuyo libro poseo. Sin embargo, un pequeño detalle me llamó la atención, ¿tan mayores eran ambas hermanas para ser viudas? Y sí, Florentina falleció en Barcelona en 2008 a la edad de 80 años, lo que hacía inviable que hubiera nacido en Uruguay durante el franquismo.
Convencido del fracaso caí en otro detalle. Había buscado mal. Si Florentina podía ser Flory, su madre, Lucy, podía ser Lucía. Y al menos me llevé la satisfacción de encontrar a la primera dueña del libro de la dedicatoria: Lucía Paz Sala, viuda de Francisco Alberto Hertogs, fallecida en 1977, no sé si con tiempo de haber leído “Las cárceles del alma” porque entre sus páginas hallé, a modo de punto de libro, un folleto recortado de una exposición botánica. De Francisco Alberto Hertogs poco sé, no era cantante, ni divo, ni huyó a Argentina. Sólo un breve de La Vanguardia de 1934 lo presenta como el ciudadano belga que había ayudado a Wladimiro Tatistscheff, de origen ruso, a estafar a dos pipiolos el dinero para montar una empresa de automóviles.
En el año 1935 el barítono Pablo Hertogs realizó una grabación para “La Compañía del Gramófono” que seguro ayudó a ser considerado cercano al bando perdedor de la guerra civil. Se trataba del primer intento de escribir un himno que representara a la selección española de fútbol en sus partidos internacionales. Aquel himno de letra encendida de pasión se titulaba “Los leones rojos” y sólo sonó en los dos partidos previos al estallido de la guerra. Por razones obvias.
Un beso.
R.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada