El
mes de julio de 1970 Victoria van der Maelen entró en su librería preferida
para comprar un ejemplar económico de la novela “Las cárceles del alma”, de
Lajos Zilahy. Le costó 30 pesetas. Tenía intención de regalarlo, pero pidió que
no se lo envolvieran porque deseaba escribir una hermosa dedicatoria a una
persona por la que sentía un enorme afecto. Entró en una cafetería a tomar un
café con leche porque aún no se había desayunado y a su edad esos excesos se
pagan. Allí sentada, abrió la primera página del libro y escribió: “Para
nuestra buena amiga Lucy Paz. Vda. Hertogs” firmó y dató el hecho.
Lajos
Zilahy publicó su primera novela en el año 1922, “Primavera mortal”, un drama
epistolar que pronto lo convirtió en un autor de éxito. No hacía mucho que acababa
de regresar de su participación en la Primera Guerra Mundial y este hecho marcó
su trayectoria literaria. Ese mismo año, se publica por primera vez la revista
“Acción Femenina”, vehículo de propaganda del grupo feminista del mismo nombre
cuya secretaria era Victoria van der Maelen. “Acción femenina” tenía como
objetivo prioritario el derecho a voto de las mujeres españolas.
Victoria
llegó a casa y concertó su cita por la tarde con Lucía Paz. Observó el regalo y
se dio cuenta de que la dedicatoria era poca cosa. Abrió el libro por la
segunda página y, aprovechando el nombre impreso del autor escribió a
continuación: “(Lajos Zilahy) describe
con auténtica calidad poética el plácido ambiente de la Hungría de la
anteguerra. Placidez que se (ilegible) en una atmósfera dramática envolviendo a
los personajes hasta que llega al apogeo el dolor de los seres que el destino
ha separado brutalmente. Preso está el soldado, los que quedaron atrás y los
que se imaginaron que quedarían al margen de los acontecimientos”.
Lajos
Zilahy publicó “Las cárceles del alma” en 1931, al mismo tiempo que Victoria
mantenía su constante lucha a través de la Lliga Femenina Catalana per la Pau i
la Llibertat. Ese año, el 1 de octubre, el parlamento español de la República
aprobó el sufragio universal para todos los mayores de 23 años sin distinción
de sexos, en un día histórico, lleno de encendidos debates, acaloradas disputas
políticas y permanentes intentos de enmienda. Ese año, llegó también a
Barcelona un licenciado en historia húngaro que trataba de completar su tesis
doctoral sobre Violante de Hungría, esposa de Jaume I.
Después
de la intensa dedicatoria, Victoria aún no quedó contenta y debajo del largo
párrafo añadió una nota personal: “Versión en castellano por F. Oliver
Brachfeld, gran escritor húngaro y buen amigo nuestro. Falleció en su patria
hará un par de años”. Firma de nuevo. Ferenc Oliver Brachfeld vivió un par de
años en la Residencia de Estudiantes de Barcelona para acabar su biografía de
Violante de Hungría. Allí intimó con otro historiador, Pierre Vilar, y allí inició
una nueva vida. Poco después inició una brillante carrera como traductor
vertiendo al castellano desde el alemán obras de Jacob Wasserman como Golovín, desde
el francés de André Maurois o desde el
húngaro de Sándor Márai. En 1935 comenzó la traducción de la obra de Lajos
Zilahy con “Primavera mortal”. Todo este ingente trabajo literario no hacía
sino ocultar su verdadera pasión : el psicoanálisis. Escudándose en su título
de “doctor” tradujo la obra de un alumno de Freud, Alfred Adler, del que era
gran seguidor, al tiempo que escribía sus propias obras.
Lajos
Zilahy abandonó Hungría tras la Segunda Guerra Mundial, huyendo del comunismo,
y recaló en los Estados Unidos, casi al mismo tiempo que su compatriota Márai.
Ferenc Oliver Brachfeld abandonó Barcelona en 1942, huyendo del franquismo.
Marchó a Francia con su esposa, María Bagès, y posteriormente se exilió en
Venezuela donde fundó el Instituto de Psicosíntesis y Relaciones Humanas de la
Universidad de Los Andes. De Victoria van der Maelen este torpe investigador no
ha tenido noticia; aunque no parece haber abandonado España durante los oscuros
años de la dictadura sí parece haber desaparecido de la vida pública.
Mientras
espera a su amiga Lucy Paz sentada en una terraza, Victoria aún da vueltas a la
dedicatoria y debe de pensar que aún falta un último detalle personal.
Entreabre el paquete, extrae el libro y justo antes del inicio del texto
escribe: “En recuerdo de nuestra buena amistad y con todo el afecto de la amiga
que la quiere”. Vuelve a firmar y vuelve a poner la fecha. Ella no es
consciente de los errores cometidos en su texto anterior, no está segura de
cuándo murió Ferenc Oliver Brachfeld y no sabe que nunca regresó a su patria, que
fracasada la gestión de su Instituto, regresó a Barcelona en 1957 y que murió
en Quito en 1967.
Hace
poco un editor poco escrupuloso anunció la reedición de las mejores novelas
de Lajos Zilahy con traducciones nuevas. Comenzó con “Primavera mortal”,
la nueva traductora, Anne Mayo Herczig, la ha renombrado como “Primavera
mortífera” y sólo ésa ha sido la dinámica. Los textos son idénticos, cambiando
alguna palabra por un sinónimo de tanto en tanto y, en ocasiones, tan
desafortunado como “mortífera”. La editorial anuncia que recupera las partes
suprimidas por la censura franquista, no las he buscado, "Primavera
mortal" se publicó en 1935, ¿merecía Ferenc Oliver Brachfeld ese olvido,
ese desprecio, esa miseria?
Un beso
R.
P.S. Después de escribir este texto debo reconocer que el editor que vuelve a publicar a Zilahy ha enmendado su error y ya cita las traducciones como revisiones de los textos originales de Brachfeld. Descanse en paz.
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