dimecres, 28 de novembre del 2012
Payasos
Querida M,
Enrique Fischer castellanizó su apellido y se puso el nombre artístico de Pipo Pescador, pseudónimo tras el que se ocultó para componer alguna de las más célebres canciones infantiles que los miembros de mi generación recordamos. Pipo Pescador es muy conocido en Sudamérica, sobre todo en Argentina, y es especialmente famosa su novela “María Caracolito”, una obra singular declarada de interés para la humanidad por la Unesco.
En su día, descargué un montón de vídeos de los payasos de la tele. A Unai le gustan mucho las canciones y pensé que le haría gracia verlas cantadas en directo. En un especial navideño de finales de los setenta, recién llegada de Las Vegas pudimos disfrutar de la actuación de Lilí, la mujer de la bicicleta de oro, una equilibrista de aires asiáticos. No era una mujer hermosa ni excesivamente joven, pero tenía un rostro dulce y una elegancia magnética sentada sobre el manillar. Después del último más difícil todavía las gotas de sudor asomaban a su frente, el cabello se le había descolocado un poco, y no parecía caminar con seguridad, pero saludó e hizo mutis sin perder la compostura. Lo malo de los vídeos antiguos es que, para nosotros, no ha pasado el tiempo. Veo a Lilí y no sé que ha sido de su vida, han pasado treinta años desde que hizo aquellas cabriolas increíbles y ya no puede ser la misma, puede que ni siquiera suba en bicicleta o peor…
Lo primero que hice al ver los vídeos descargados fue buscar los momentos en que los payasos cantaban sus canciones, para saber cuáles eran y si estaban entre las preferidas de Unai. Los tres primeros vídeos pertenecen a los especiales de Navidad de 1974 y aún están en blanco y negro. Son los únicos en los que todavía interviene Fofó, mientras su hijo, Fofito, parece un becario. Son los primeros que le puse a Unai mientras merendaba porque en ellos sale repetidamente la canción “El auto de papá”, su favorita.
A partir de esa repetición, mi mente empezó a sospechar que algo extraño sucedía. Aquellos episodios pertenecían a tres días consecutivos, y me pareció muy raro que cantaran la misma canción en todos. Cuando los vimos completos presté más atención y fue entonces cuando descubrí que el primer día un apagado Fofó susurraba varias estrofas y ponía caras de desagrado. Volví atrás en la canción y me percaté de que donde debía decir “Vamos de paseo en un auto feo” Fofó cantaba “Vamos de paseo en un auto nuevo”, lo que hacía inverosímil la siguiente frase “pero no me importa porque llevo torta”. Tras repetir varias veces el error Fofó canta por fin “vamos de paseo, en un auto feo” y entonces cierra los ojos con un gesto de aprobación. También se equivoca al detenerse en el semáforo y en lugar de hacer los colores masculinos se canta “roja, amarilla y… verdeeeeeeeeeeeee”.
Al final del programa del día siguiente y con la excusa de que a los niños les encanta esa canción Fofó vuelve a repetirla, pero el remedio es peor que la enfermedad porque, nada más comenzar, el auto vuelve a ser nuevo, la estrofa del semáforo desaparece por un olvido imperdonable, las frases suenan cada vez más titubeantes y el gesto del gran payaso sólo muestra satisfacción cuando con temor dice al final “Vamos de paseo, en un auto… viejo” y bien, no es feo, pero al menos sirve. Al acabarse el programa del tercer día, salen los payasos con sus instrumentos y comentan que la canción del día volverá a ser “El auto de papá” y reconocen que la versión del día anterior no salió ni medio bien y tratarían de mejorarla. Fofó se sienta en su silla y comienza tembloroso y el auto es por fin feo, y los colores son el rojo, el amarillo y el verde y sus gestos son de asentimiento y se va animando hasta conseguir una preciosa interpretación.
Viendo esas imágenes de un Fofó cansado cualquiera diría que tenía más de sesenta años. Sin embargo, en 1974 aún no tenía ni siquiera cincuenta. Un año y medio después murió, tras operarse de un tumor benigno en el cerebro cuyo postoperatorio se complicó de forma inesperada. Las malas lenguas cuentan que uno de los médicos que le atendió manifestó su enorme sorpresa por el desarrollo de los acontecimientos, que se llamaba José Luis Moreno y que al poco tiempo abandonó el ejercicio de la medicina para dedicarse a la ventriloquía.
Pipo Pescador es conocido en Sudamérica por su “María Caracolito”, una novela que muestra con ternura diferentes escenas de la vida de una niña con síndrome de Down. Sin embargo en España sólo se conoce de él esa canción que, quizá por los errores de Fofó, puede encontrarse referenciada como “El auto nuevo” o como “El auto feo”, pero él bautizó como “El auto de papá”.
Un beso.
R.
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