Querida M,
Cuenta mi amigo Manel una anécdota que trato de repetir
siempre que puedo. Según parece, de niño, lo llevaron sus padres a visitar a
unos tíos que tenía en Francia, no recuerdo la ciudad. No debía de ser una rama
de la familia con la que hubiera mucho trato así que en un momento de ironía
adulta el tío de Manel le prometió que luego, más tarde, irían a la calle y le
enseñaría a los franceses. El niño Manel debió de quedar entusiasmado con
aquella promesa (tanto como yo con la anécdota). Y esperó. Después, ya en la
calle, Manel continuó esperando, mucho rato, hasta que al fin se decidió a
preguntar: “¿Y los franceses?”
En esta campaña electoral para las autonómicas catalanas el Partido Popular ha presentado un
anuncio en el que el actual presidente del gobierno español habla de los
catalanes como si fueran un ente abstracto, con un discurso tan primitivo y
patético que parece mentira que el publicista que lo ha filmado lo haya dado
por bueno. Dice en él que los catalanes “son emprendedores, hacen cosas,
exportan”. Hacen cosas. Sólo hay una explicación para que ese anuncio haya
visto la luz, que no se dirigiera a los catalanes.
Hace muchos años, en una noche de cervezas por el casco
Viejo de Vitoria, me encontré a un antiguo compañero de colegio. Recuerdo su
nombre, pero no viene al caso. Estaba en la calle, en un cantón entre la Cuchillería
y la Pintorería, y me preguntó si aún seguía viviendo en Barcelona. Le contesté
que sí y emitió un bufido. Recuerdo este pasaje porque me sorprendió mucho lo
que me dijo después, “con ese presidente medio deforme”, refiriéndose a Pujol.
No me entró en la cabeza con facilidad que a aquel tipo al que veía una vez
cada lustro le preocupara semejante asunto. Ese día no descubrí que aquel tipo fuera
un ignorante, ese día descubrí que casi todo el resto de España tenía la misma
idea de Pujol que él. Me separa de Pujol una distancia ideológica insalvable,
pero lo tengo por un hombre de una capacidad intelectual extraordinaria, pero
para llegar a esa conclusión es imprescindible saber quién es, no quién parece
que es.
Acabo de ver por televisión a un antiguo presidente del gobierno
español comentar los resultados electorales mientras presentaba sus memorias.
Hablaba de los catalanes y de los gobiernos nacionalistas como de algo que
flota en el ambiente y provoca pequeñas urticarias en la piel de los brazos de
la gente normal. Hacen cosas, sí, pero… Ha habido unas elecciones, la gente ha
votado como nunca, y los catalanes siguen ahí. Existiendo. Haciendo la mejor
música, las mejores películas, ganando todas las medallas y los campeonatos,
haciendo los mejores platos, los mejores libros. Son los utilitarios del
estado, nadie los quiere por lo que son sino por lo que hacen. Cosas. Mientras,
crece en mí la sensación de que llega el momento en que los niños del resto de España
salgan a la calle y algún anciano cachondo les diga, “ven, te voy a enseñar a
los catalanes”.
Cuenta mi amigo Miquel otra anécdota de tiempos mucho más
oscuros. Su padre era maestro de escuela en Olot en un tiempo en que sólo
estaba permitido estudiar el castellano. Creo recordar que Miquel me explicó
que su padre nunca le enseñó el catalán directamente, sino que le fue dejando
las herramientas para hacerlo. Cuenta, Miquel, que por las mañanas su padre lo
llevaba al colegio y por el camino iban hablando en catalán entre ellos. Cuenta
que nada más atravesar el umbral su padre cambiada de idioma de golpe y eso se
le hacía muy difícil de entender. Y supongo que de olvidar.
Un beso.
R.
Recuerdo una anécdota que viene bastante a rebufo de esta historia. No se si fue ese amigo tuyo u otro quien te preguntó a ti o a otro. "oye, y tu que has estado allí, ¿como son los catalanes?" (o quizá era los Franceses, o los Belgas, o los Vascos, ahora no lo recuerdo bien y para el caso, pata...) pero el caso es que le contestaste o le contestó "No sé chico, en el tiempo que llevo allí no he podido conocerlos a todos".
ResponEliminaSabia respuesta. Siempre he creído que es de necios guiarse por tópicos, lo cual volviendo a la campaña, me encaja mucho más con los electores a los que va dedicada que con los profesionales de la agencia de marketing que la diseñaron. Recuerdo que un día, le hacía yo una crítica encendida y más que justificada de un spot a uno de estos tipos que se ganan las alubias diseñando anuncios cuando este me espetó, "en esto de la publicidad, lo importante es la notoriedad, no pasar desapercibido y eso se consigue con un anuncio genial o con uno ridículo, incluso irritante".
Seguramente el tipo tendría razón pero debo confesar que continuo prefiriendo lo del ingenio.